Del 14 al 20 de mayo se celebra la Semana Mundial del Parto Respetad, el lema para el 2017 es: ¿40 semanas? Respetemos los tiempos del nacimiento.Aprovecho la ocasión para contar parte de mi historia.

Durante años llevé control ginecológico con la misma Doctora. Cuando quedé embarazada no dudé en seguir mi control obstétrico con ella. Todo fluía bien en las consultas, respondía todas nuestras dudas y se tomaba tiempo para atendernos. Siendo primeriza, confiaba plenamente en sus consejos y recomendaciones. Pero con el paso del tiempo yo leía e investigaba más sobre el embarazo y el parto, lo cual me hacía tener una idea bastante clara sobre cómo quería que fuera el nacimiento de mi bebé. Al comentarle algunas dudas en consulta, sus respuestas no nos convencían del todo. Ahora viendo hacia atrás, algunas de sus observaciones ya nos indicaban cuál es su estilo de trabajo, el cual no era para nada lo que nosotros buscábamos.

Recuerdo que en una ocasión nos compartió su propia experiencia, ella deseaba cesárea y su obstetra le decía que no había razones médicas para ello, por lo cual tuvo parto natural, que para ella terminó siendo traumático, doloroso y sufrido (ahora se que trataba de persuadirme de la idea del parto).

En otra ocasión le comenté el caso de una amiga, quien hizo curso prenatal y estaba preparada para su parto en agua, pero por razones médicas terminó en cesárea de emergencia un domingo en la noche. Al nacer su bebé, se lo llevaron al retén y se lo entregaron al otro día, acabando de darle un biberón, cuando ella planeaba sólo amamantar. La respuesta de la Doctora fue que los bebés están mejor en el retén, ya que las mamás necesitamos descansar para recuperarnos; que las clínicas tienen protocolos que deben respetarse. Ésto nos hacía ruido ya que no era la manera cómo queríamos que nuestro bebé pasara su primera noche; después de todo, llevábamos meses esperándolo con ansias como para dejarlo esa primera noche en el retén, lejos de nosotros.

Luego hicimos el curso prenatal y salimos tan informados, empoderados, que decidimos que si los protocolos de la Clínica son tan estrictos y no van con nuestros deseos, pues buscaríamos una clínica que sí se adaptara a lo que queríamos.

Mientras buscábamos otras opciones, fuimos al chequeo mensual en la semana 35 y la Doctora me dijo que prácticamente estaba lista para el parto. Recuerdo que me mandó hacer varios exámenes para saber si podía parir (entre ellos la pelvimetría, el cual ya sabíamos que esta desaconsejado por la OMS ya que la pelvis cambia y se abre durante el trabajo de parto). Me dijo que ninguna mujer (sus palabras exactas fueron «ninguna ninguna») llega a la semana 40 porque la placenta se envejece y pone en riesgo la vida del bebé. Después de todo lo aprendido, mi esposo y yo estábamos incrédulos, oyendo todo lo que esta Doctora, mi Doctora por años, nos decía. Todo lo que no se recomendaba, era su plan de acción. Me dio las plantillas para procesar administrativamente el parto y me dijo que la llamara apenas tuviera los resultados de los exámenes, pues fijaríamos la fecha y ella haría una inducción, en un quirófano, en un horario conveniente para todos, así no chocaba con las horas de consulta, o sea, para ella era más importante tener al día sus consultas que esperar a que los bebés nazcan cuando están listos.

Y entonces así fue cómo en la semana 35 de embarazo, contra todo pronóstico, sin siquiera haberlo imaginado un par de meses antes, nos cambiamos de obstetra y de Clínica. Ya no teníamos dudas, nuestra tranquilidad valía el esfuerzo. Necesitábamos contar con un obstetra que nos ofreciera lo que estábamos buscando, con una Clínica cuyos protocolos se ajustarán a nuestras expectativas. Así llegamos a Aquamater y en la semana 39 más 2 días, sin programación ni planificación, llegó a nuestras vidas un hermoso cachetón.

Tengo tan vivo el recuerdo de ese sábado. Desperté sintiéndome descansada, era la noche que mejor había dormido en meses (hoy, 19 meses después, sigue siendo la mejor noche que he dormido en años jejeje). Al ir al baño noté un flujo rosado, muy elástico, no estaba segura de qué era. Le escribí a la Doctora y mientras esperaba su respuesta conversaba con mi esposo. Estaba parada afuera del baño y recuerdo decirle que no sabía si era líquido amniótico. En ese instante sentí que me mojaba las piernas y veía como un líquido transparentoso empapaba mi pijama, ya no había dudas, el flujo rosado era el tapón mucoso y yo ¡acababa de romper fuente!

Llamé a la Doctora y un tiempo después nos fuimos a la Clínica. Las contracciones eran muy leves, cada 10 minutos, sabía que me faltaba un buen tiempo de trabajo de parto. Me monitoreaban y al cabo de hora y media el ritmo cardiaco del bebé había aumentado mucho, llegando a una arritmia (160 LPM), aún no había descendido y yo no había dilatado ni un centímetro. La Doctora no quiso arriesgar nada, decidió hacer cesárea de emergencia. Después de todo no tendría mi parto soñado, pero tenía la tranquilidad de que fue mi bebé quien dio la señal de estar listo para nacer, no lo apresuramos o sacamos antes de tiempo.

Entré a quirófano, luego se unió mi esposo y a medio día tuvimos nuestro nacimiento humanizado. Todo el personal (todas mujeres, por cierto) saludó por su nombre a nuestro hijo, le dieron la bienvenida a este mundo, lo pusieron en mi pecho, él intentaba llorar pero al oírme se calmaba, yo disfrutaba hablarle, decirle cuánto lo habíamos esperado, cuánto lo amábamos; y cuando el cordón umbilical dejó de latir, su papá lo cortó. De allí fueron a otra sala a la revisión pediátrica y luego a la habitación donde me esperaron. Al llegar (no más de media hora después de haber nacido), mi Doula me ayudó a colocarlo al pecho y amamantarlo por primera vez. Desde su nacimiento estuvo con nosotros en todo momento, en Aquamater ni siquiera tienen retén, ellos también saben que el mejor lugar para un recién nacido es junto a su mamá.

Ahora se me hace impensable otra forma de vivir el nacimiento de nuestro hijo, simplemente no lo veo. Nosotros estábamos convencidos de lo que queríamos, de lo que anhelábamos, así que buscamos la manera de que pasara. No es fácil tomar la decisión de buscar otras opciones con un embarazo avanzado, sientes que desarrollaste una relación con tu médico y pedir otra opinión no se siente correcto. Pero la verdad es que cada quien es responsable de que las cosas ocurran como desean. Conociendo los beneficios de un parto natural sin inducción, y los efectos de una cesárea programada o un parto inducido por comodidad del médico, no podíamos aceptar esa como la única opción. 

Yo busqué mi parto respetado, hice lo que estuvo a mi alcance para tener un nacimiento humanizado. Entonces te invito a que no te conformes con lo que te ofrece tu obstetra si eso no te convence, si su plan no es respetar el tiempo que marca tu bebé. Y si no tienes la opción de cambiarte de médico o centro de salud, entonces con anticipación conversa del tema con tu médico, coméntale tus deseos, explícale por qué es importante para ti. Siempre podrán negociar un punto intermedio que te dé más tranquilidad.

Somos mamíferas, nuestros cuerpos saben cómo parir, sólo debemos dejarnos guiar por nuestro instinto, acompañadas de un equipo que nos brinde apoyo, confianza, que esté listo para actuar cuando sea necesario porque «Para cambiar al mundo, hay que cambiar la manera de nacer» (Michel Odent).

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.