¿Cuánto nos cuesta regalar una sonrisa? ¿Y tener un gesto de amabilidad? Esto me lo preguntaba un taxista hoy. Reflexionaba sobre lo mucho que nos dejamos influenciar por lo externo.

Pensándolo bien, realmente no cuesta mucho. Algunas personas dirán que depende de nuestro humor, del ánimo o desánimo que tengamos, de si estamos cansados, agobiados… Pero es que hacer algo, aunque sea un gesto pequeño, cuando todas las condiciones están dadas, no es tan gratificante como cuando lo haces contra todo pronóstico. Si estás teniendo un mal día, ¡dale la vuelta! Sonríele a la gente, sé amable, ayuda o asiste a alguien que lo necesite. Que esa su tu actitud diaria.

Es muy fácil ser maleducado o mostrarse irritado por el día a día, pero si vemos la vida desde lo bonito y positivo que sí tenemos, entonces todo se ve mejor y queremos irradiar buena energía.

Ese taxista con su jocosidad y buen humor, me dejó pensando en eso en mi camino de regreso a pie, y este es uno de los parques que paso, se respira una paz y tranquilidad que revitalizan.

Así que a empezar el día con alegría, a salir de casa con una sonrisa y ser amable con quienes nos rodean. Llenemos nuestras vidas y las de quienes nos topamos de ¡buena vibra!

Además es una forma bonita de criar, ¿no lo creen?

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