Durante siglos las mujeres hemos luchado por igualdad en muchos aspectos de la sociedad. En muchos espacios lo hemos conseguido, pero en otros aún falta mucho camino por recorrer.

Aprovecho hoy la celebración del Día Internacional de la Mujer para hablar de un derecho que, a pesar de ser natural, aún no disfrutamos: el derecho a vivir plenamente la maternidad.

Tan contradictorio como puede sonar, es cierto, las mujeres que somos madres no tenemos la libertad plena para maternar.

En el ámbito social, es más común tener una cesárea programada que un parto natural, la embarazada que manifiesta su deseo de parir es vista como una «loca» que no sabe lo que pide. Es mal visto que una mujer amamante en público a su hijo/a, tenga la edad que tenga, pues la industria se ha encargado de naturalizar lo artificial y hacernos repudiar lo natural.

En el ámbito laboral, para muchos es una desventaja tener en la nómina a una mamá, prefieren contratar hombres o mujeres sin hijos, que puedan poner su trabajo como máxima prioridad sin ningún problema. Tus mismos colegas (y muchas veces tus amigos) ven tu maternidad como una desventaja, algo que te frena laboralmente.

Incluso, otras mujeres nos ven con incredulidad cuando decidimos pausar nuestro desarrollo profesional por darle prioridad a la maternidad, muchas mamás se sienten culpables o que están traicionando la lucha por la igualdad laboral, sienten que tomar una decisión como ésta, las aleja del gremio femenino que tanto ha luchado por abrirnos espacios en nuestra sociedad.

Pero para mí, la feminidad, la igualdad de género, es disfrutar de la libertad de elegir. Elegir lo que nos llene, nos haga felices, nos dé satisfacción, más allá de lo que espere la sociedad de nosotras. Esto es particularmente importante cuando somos madres, porque si estamos seguras de lo que hacemos y nos sentimos plenas y felices, se lo transmitimos a nuestros hijos.

Además, está demostrado que las mujeres al convertirse en madres cambian la forma de analizar y percibir nuestro entorno; nos volvemos más instintivas, más sensibles, más empáticas, incluso más creativas. Por algo es que muchas mujeres deciden emprender al convertirse en madres, buscamos alternativas para pasar más tiempo en familia y seguir siendo productivas económicamente, seguir creciendo laboralmente. Entonces, ser madre te da muchos beneficios, que si estamos receptivas y abiertas, podemos explotarlos al máximo.

Así que celebremos el Día de la Mujer aceptando que cada una tiene su manera única e inigualable de ver el mundo, que juntas podemos lograr mucho, pero si una decide seguir su propio camino, está en su derecho. Porque la igualdad de género nos da el derecho a elegir. Sigamos abriendo espacios y reduciendo la brecha frente al gremio masculino, sin olvidarnos de nuestros instintos, esos que nos hacen ser tan especiales.

PD: En la foto me ven trabajando en casa, mientras atiendo a mi hijo.

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